Hoy iba a subir otra cosa, pero anoche hice este pan, y quedó tan espectacular que no quería esperar para compartirlo.
Se trata de un pan de leche japonés, por el proceso de elaboración. El resultado es un pan entre el brioche y el pan de molde, super tierno y por lo visto muy duradero, lo que pasa que en mi casa dura más bien poco.
Es fácil de preparar pero hay que estar muy pendiente de los tiempos y del fermentado de la masa. Durante el horneado el olor es espectacular, y el resultado me ha gustado tanto que estoy deseando volver a hacerlo con chocolate o pasas o queso. Espero no aburriros si ahora solo aparecen imágenes de bollos de estos, jaja.
En las fotos podéis ver que le puse un poco de papel de horno alrededor del molde, no es necesario, pero quería que subiera de forma uniforme y no se desparramara, por si acaso.
Probad a hacerlo, porque aunque lleve tiempo es una maravilla.
INGREDIENTES: Para el Rous: 25g de Harina de Fuerza, 130g de Agua.
390g Harina de Fuerza, 40g de Azúcar, 8g de Sal, 15g de Levadura Fresca, 170ml de Leche, 35g de Huevo (un huevo muy pequeño), 40g de Mantequilla.
PREPARACIÓN:
Lo primero que tenemos que preparar es una papilla o rous con la primera cantidad de harina y agua. Se diluye la harina y el agua en una sartén, y se pone al fuego sin dejar de remover, hasta que espese. Debe estar frío antes de utilizar. Esta papilla aportará ternura y durabilidad al pan.
Una vez frío mezclamos esta papilla con el resto de los ingredientes excepto la mantequilla y amasamos, incorporaremos la mantequilla cuando el resto de los ingredientes se hayan homogeneizado. Aquí os comento una serie de consejos para los panes. El pan es importante amasarlo muy bien, durante cierto tiempo para que el gluten se desarrolle y la masa tome cierta temperatura del propio trabajo (similar a la del cuerpo humano, cuando la toquemos no la debemos notar ni fría ni caliente), esto garantizará la calidad de la miga. Otra forma de comprobar que la masa está bien trabajada es estirando un trocito de masa con los dedos y consiguiendo hacer un telilla muy fina y transparente sin que se rompa. Por ello si lo hacemos a mano hay que amasar unos 20 minutos e incluso podemos facilitar el trabajo añadiendo la leche templada. Con una amasadora, el propio movimiento de la máquina le aporta el calor suficiente.
Esta es una masa muy pegajosa, pero no le aportéis más harina, trabajadla y trabajadla hasta conseguir la textura perfecta.
Dejamos reposar cubierto por un trapo hasta que doble su volumen.
Pasado este tiempo, desgasificamos la masa con las manos y dividimos en 4 bolas iguales.
Boleamos las 4 piezas, metiendo los extremos hacia dentro, dándole tensión a la masa, y haciendo una bola perfecta. Una vez tocada la masa la dejamos reposar 15 minutos para poder estirar.
Para que el pan quede como el de la foto debemos darle la siguiente forma a cada bolita, de esta manera le aportaremos la tensión perfecta y crecerá en las direcciones que nos interesa. Estiramos la bola, doblamos cada extremo hacia el centro, giramos y hacemos un rollo y pellizcamos el extremo para pegar. Vamos colocando con las masitas ordenadas con el extremo hacia abajo en un molde previamente encamisado con aceite.
Dejamos que doble su volumen cubierto con un trapo, unos 30 minutos. Antes de hornear pintamos con una mezcla de huevo y leche con la precaución de no pintar el molde con huevo que pueda afectar al desarrollo del pan.
Con el horno precalentado a 180ºC, hornear durante 20-25 minutos. Una vez saquemos del horno dejamos reposar 10 minutos dentro del molde y finalmente dejamos que se enfríe sobre una rejillas.
Yo repetiré.
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