Y otra
vez más de vuelta. Parece que los problemas siempre vienen solos y uno no acaba
de asentarse en un sitio. Así que entre vuelta y vuelta de un lado para otro,
intentando estabilizar mi vida un poco, vuelvo aquí para retomar lo que siempre me ha hecho tanta ilusión y
poder desconectar un ratito de este vaivén que es mi vida. Si consigo volver a
dar vidilla a este blog de forma continuada será buena señal.
Hoy os
traigo este postre muy fácil de hacer, pero con un sabor impresionante, uno no
se espera que una cosa tan sencilla tenga un sabor tan peculiar. Os invito a
hacerlo y a probar con otras frutas como la pera, la piña…
INGREDIENTES:
1
Plancha de Hojaldre, 6 Manzanas Golden, Unas gotas de limón, 70g de
Mantequilla, 150g de Azúcar.
PREPARACIÓN:
En esta
ocasión hemos optado por manzanas. Las pelamos y las cortamos en trozos
grandes, por ejemplo en 4 trozos y quitamos el corazón. Dejamos una mitad para
el centro.
En una
sartén ponemos el azúcar con la mantequilla y salteamos las manzanas a fuego
lento de manera que vayan soltando su agua y se forme una especie de caramelo o
toffee, añadimos unas gotas de limón para que no se oxiden las manzanas. La
manzana tiene que quedar asada pero no excesivamente blanda. Hay que tener
cuidado de que no se haga compota.
Colocamos
las manzanas en un molde antiadherente con el corazón hacia arriba, dejándolas
bien ordenadas. Cubrimos con el jugo que ha soltado en la sartén y tapamos con
el hojaldre, recortando los sobrantes y remetiendo ligeramente.
Horneamos
a 200ºC hasta que el hojaldre adquiera un bonito color dorado.
Una vez
horneado hay que dar la vuelta a la tarta en caliente para que no se pegue.
Como si fuera una tortilla le damos la vuelta con la precaución de no quemarnos
con los jugos de la tarta.
Es una
tarta crujiente por el hojaldre, jugosa por los jugos, y rica y dulce por el
caramelo y la mantequilla.
En esta
ocasión la hemos acompañado con una lagrima de yogurt, cuyo acido contrasta con
el riquísimo tatín.
